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Los años noventa: primeras exposiciones del Museo Escolar en el centro de Elche

15-07-2020


Los años noventa: primeras exposiciones del Museo Escolar en el centro de Elche

Es sabido que realizar exposiciones es una función esencial en todo museo, pues el contacto directo entre este y el público se lleva a cabo a través de ellas. El Museo Escolar de Pusol siempre ha dedicado una atención preferente a sus exposiciones y en este texto hablaremos de las que organizamos fuera de nuestras instalaciones en la década de los noventa, una vez que el museo fue reconocido. Aunque ya en los ochenta el museo había colaborado con sencillos montajes en la antigua Feria Agrícola Industrial y Comercial (FAIC), las exposiciones de los noventa merecen ser abordadas en conjunto, habida cuenta su importancia y repercusión.


En efecto, fue tras su reconocimiento oficial, en 1992, cuando el museo realizó varias exposiciones en el centro de Elche, eventos que recibieron una importante afluencia de visitantes. Entregeneraciones (1994), La calle de El Salvador (1996), El Cinematógrafo (1998) y La Escuela en Elche (2000), dieron a conocer las actividades desarrolladas en el museo, que se aproximaba ahora al pasado de la ciudad mostrando objetos del cine o del comercio, con toda la carga afectiva que ello conllevaba para un público eminentemente urbano. En la preparación de estas exposiciones siempre se contó con la ayuda del Ayuntamiento y, en dos ocasiones, con la colaboración de la desaparecida Caja de Ahorros del Mediterráneo, entidad que, entre otras actuaciones, puso a nuestra disposición su sala de la Glorieta. 


La primera de estas grandes exposiciones realizadas por el museo tuvo lugar, como se ha señalado, en 1994. Entregeneraciones mostró al público una selección de oficios desaparecidos, tanto del ámbito rural como del urbano, cuyos talleres se reprodujeron. El hilado del cáñamo, la elaboración del vino y del aceite, la trilla o la caza también se expusieron en unas recreaciones que permitieron la lectura contextualizada de las piezas. Además, se montó un aula o una vivienda que podríamos considerar como “tradicionales” (década de los cincuenta…). Entregeneraciones, en definitiva, supuso la presentación del Proyecto Pusol en la ciudad y, tal y como se decía en El Setiet, meses más tarde, “[…] llevamos a la sala de exposiciones de la CAM una muestra del contenido de nuestro Museo y, a través de su relato, quisimos transmitir su intención y filosofía[1]. Esta exposición se presentó junto a una carpeta de recetas de cocina, en la que se describían algunos platos tradicionales de la zona, y un catálogo en el que se desgranaban los orígenes del museo y del proyecto de la escuela integrada en el medio. El libro introducía, además, las colecciones del museo en una serie de breves capítulos sobre la vida en el campo.


Dos años más tarde, en 1996, el museo publicó un nuevo título: La calle de El Salvador, pequeña historia de sus tiendas y sus gentes. Con motivo de la presentación de esta obra se preparó una singular exposición, en colaboración con los comerciantes de esta calle y con el Ayuntamiento de la ciudad. La calle de El Salvador, antiguo eje comercial de Elche, había ido languideciendo con el paso del tiempo, hasta el punto de que muchas de sus emblemáticas tiendas ya habían bajado las persianas. Desde comienzos de la década de los noventa, el museo ya había mostrado interés en conservar fondos de estos establecimientos. Sin abandonar el carácter agrícola originario, nuestro museo evolucionaba hacia el entorno urbano de Elche y la vida cotidiana de la ciudad irrumpía ahora como una nueva línea de actuación.


La presentación del libro sobre esta calle dio lugar al montaje de una exposición en ella, que por un día recobró el ambiente de sus mejores años. Durante unas horas, los antiguos comercios volvieron a abrir sus puertas y engalanaron sus escaparates con su mejor género, aquel que vendieron en el pasado. La activa colaboración de los/las comerciantes/as fue decisiva para la preparación de este evento, en el que se puso de relieve la potencialidad de nuestro museo para ilusionar a la gente y hacerla participar, hecho que entroncaba directamente con el concepto de ecomuseo y su proyección social. El libro sobre esta calle, de diseño atractivo, se presentaba en un estuche junto a una carpeta de láminas y en él intervino el mismo equipo de trabajo que en el anterior. Dirigido por Fernando García y coordinado por María Dolores Peiró, la mayor parte de los textos de esta publicación fue escrita por un inolvidable colaborador, Francisco Pérez Soriano, droguero jubilado que durante cincuenta años regentó uno de los establecimientos más populares de esta vía comercial, la droguería Pérez Seguí. En una apretada síntesis, el autor trazaba un recorrido sentimental por la vieja calle que le había visto nacer. Sus recuerdos personales evocaban la vida cotidiana de los pequeños comercios de antaño, en un excelente trabajo de lo que podríamos denominar género autobiográfico o memorialista. La publicación se completaba con los dibujos, recuerdos y vivencias de otros colaboradores de nuestro Proyecto.


En 1998 se realizó El Cinematógrafo, exposición que, como veremos, se acercaba a la cultura popular de toda una época. Fruto de la rehabilitación del Gran Teatro – hoy centenario -, efectuada a principios de la década de los noventa, el museo recuperó una importante colección de objetos relacionados con esta sala. El mobiliario y la cartelería, sobre todo, integraban unos fondos con los que, a partir de entonces, el centro siempre albergó el proyecto de preparar una exposición. En 1998, como se ha dicho, con motivo de la XXI edición del Festival Internacional de Cine Independiente, se acordó preparar una muestra que complementara las proyecciones.


Con El Cinematógrafo se abordó la historia del cine en Elche, incidiendo en las películas de posguerra y en las salas donde se exhibieron, ya desaparecidas por entonces. Para ello se contó con la colaboración de algunos trabajadores del sector, todavía en activo. Se reprodujo la taquilla, la cantina, el camerino y el patio de butacas de aquellos teatros-cines de mediados del siglo XX.  También se expusieron afiches de películas y un amplio conjunto documental relacionado con los cines más populares de la ciudad.


La Escuela en Elche (2000) fue una de las exposiciones más ambiciosas preparadas por el museo a lo largo de su historia. Dado el carácter de nuestro proyecto educativo-museístico, una de nuestras principales líneas de actuación siempre ha girado – y continúa haciéndolo - en torno al mundo de la enseñanza. Como es sabido, el trabajo con nuestros/as alumnos/as, así como la conservación de piezas etnográficas sobre la escuela, es una actividad constante entre nosotros/as. De esta forma, el museo ha logrado reunir una excelente colección de objetos relacionados con el mundo escolar, entre los que destacamos mobiliario, menaje, libros escolares o fotografías. La importancia de estas colecciones y la idiosincrasia del centro confluyeron en la gestación de La Escuela en Elche. Al igual que en los casos anteriores, en la preparación de la exposición el museo contó con la inestimable ayuda de una serie de personas e instituciones, entre estas últimas la de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, entidad que patrocinó esta muestra.


Durante su proceso de gestación, varias maestras jubiladas - colaboradoras del museo - buscaron antiguas fotografías escolares de los colegios de la ciudad y del campo. Los lazos familiares, profesionales o de simple amistad y complicidad en el proyecto les abrieron las puertas de la colaboración ciudadana. Se recogieron centenares de fotografías, la mayor parte de las cuáles se dató correctamente; incluso, de muchas de ellas se consiguió la relación de los/las alumnos/as y profesores/as que aparecían. Una selección de sesenta de estas instantáneas, ampliadas y expuestas según un discurso cronológico, iniciaba el recorrido de la muestra, que invitaba al público a reconocerse en ellas.


Pero la exposición no sólo trató sobre la escuela, sino que se orientó, igualmente, hacia el mundo de la infancia en general. Junto a la recreación de un aula de posguerra, de una pequeña biblioteca escolar y de un taller de impresión, el museo presentó una sección dedicada a los juegos y a los juguetes, así como a los tebeos y a las publicaciones infantiles. De forma paralela se editó un libro que, coordinado desde el museo, contó con la participación de especialistas universitarios en distintas materias relacionadas con la historia de la enseñanza o la cultura material en la escuela. Esta obra colectiva bellamente ilustrada, de gran formato y volumen, plasmaba el resultado del trabajo que el museo venía desarrollando sobre la escuela desde tiempo atrás. El Museo Escolar publicaba, al fin, un libro sobre la escuela y, en cierta forma, saldaba la deuda contraída con su propia historia[2].


Autor: Rafa Martínez, director del Museo Escolar.





[1]El Setiet. Boletín Informativo del Museo Escolar Agrícola de Pusol, nº 2, 1994, pp. 46-47.


[2]Diario Información, nº 5.854, 28 de septiembre de 2000, p. 12.



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